16 abr 2008

" Tan Simple Como Querer "


Era un día como cualquiera,
salía del trabajo una tarde,
muy temprano. Era una tarde común,
la gente paseaba, unas parejas
por allá,
una madre con su hijo,
un padre algo apurado,
que no tenia tiempo, para estar con
un ser amado.

Nadie reía, caras largas,
serias, a problemadas,
caras de adultos acartonados.
Para ser sincero, la misma cara
que yo llevaba, el mismo
rostro que he llevado,
tantas tardes y muchas mañanas.








Pensé que hace mucho, no miro el sol,
como debiera, cada día nuevo.
Que la brisa del otoño, trayendo
los olores, de lejanos lugares,
yo hace mucho, siquiera lo he notado.
Que los frías noches del invierno,
me ponen de mal genio
y no se me ocurre,
las miles de aventuras, que han vivido
el señor de los vientos,
para viajar desde otro invierno,
al invierno de mi tiempo.

Me senté en medio de la calle,
muchos volvieron la mirada
y en voz baja, murmuraban:
“estará loco, que le pasa”.
Ahí, en esa tarde algo temprana,
decidí, despojarme de mis años
por un minuto, una hora o una vida.
Despojarme del futuro,
olvidar las expectativas,
de lo mío, de lo de ellos,
de los cercanos y los lejanos.
Que al pasar por esa avenida,
me veían como algo raro.




Deje mis papeles, con olor a oficina,
me quite los zapatos,
con aroma a pies cansados,
me saque la chaqueta,
con perfume de esclavo.
Deje todo, ahí tirado,
en medio del gentío humano.
Mis pies, descalzos
en el pavimento helado,
mi cuerpo, expuesto
a las miradas y al clima
del otoño de mis años.
Sentí frió, de puro miedo,
sentí el hielo, de la vergüenza,
de la gente que me miraba.
En rechazo a vivir, por un momento
y sin pensar más en lo que seria,
en lo que dirían o en lo que pensarían.

Emprendí camino,
por las calles desconocidas,
camine por minutos,
anduve paso a paso,
por largas horas.
Recorrí los caminos, por toda la vida,
desde la niñez con aroma a tierra,
pasando por la juventud, de poemas
escritos, en las nubes y la luna del lago.
Llegue a la adultes, de los edificios
ya establecidos, con sabor
a letargo y obediencia programada.


Salí de las calles oscuras,
del futuro inventado.
Tome la gran avenida de la vida,
una calle muy amplia, por muchos olvidada
y corrí como un esclavo liberado,
de las cadenas y las mordazas.
Volvió a mí: el sueño de antaño,
el amor por la brisa marina,
el deseo por vivir,
con las mejillas sonrojadas,
de tanto jugar, de tanto imaginar,
de tanto amar.
El aroma de las rosas encantadas,
embriaga, mis sentidos.
Una danza de hadas y mariposas
me acurruco en mi cama,
sonreía nuevamente,
saludaba y cantaba como siempre,
ya sin temores, ya sin vergüenzas.


En una plaza, que algunos llaman
la madures de los años, deje mi reloj,
el tiempo no era necesario.
Camine por minutos, por horas, por días,
Semanas y años, sin cansancio.
Camine, por los caminos,
de la vida que nos espera.
Por el camino, de lo nuestro
de lo que somos y lo que valemos.
Camine nuevamente,
por los parajes de los sueños,
de los cuentos
de dragones y caballeros,
de princesas y hadas…

Camine y camine,
en busca del cielo
y de tanto camino hecho;
Descubrí, que no hay un cielo,
solo un camino que vivir.
Y cuando lo camino,
la eternidad se hace en mí y la vida se habré,
ante mis ojos,
como pétalos de rosa,
en medio del otoño.