7 sept 2012

"Paso a Paso"




Ven conmigo a esa tierra perdida,
atravesemos el mar de china,
más allá de donde nace el sol
caminemos por el mundo que hemos creado.

Vamos por un camino alfombrado de rosas,
pero cuidado mi amor,
porque también pueden haber espinas
disfrazadas de buenas palabras,
caricias amargas de la rutina diaria.


Levantemos la mirada, por encima
de los años, que fueron de penurias
y disfrutemos la vida, que nos hemos ganado.

Divertida es la noche, cuando duermo a tu lado,
no quiero dejar de sentir tu mano,
tu andar calmado, juntos los dos paso a paso,
no han sido buenos años,
muchas lágrimas nos han ahogado,
en una oscuras madrugadas nos abandonamos.


Pero ya es hora de dejar tanta pena superficial
y volar por la miseria que sido nuestro peregrinar,
vamos tú y yo a esa tierra lejana,
con sus altas cumbres nevadas.
La noche se cubrirá de música
con nuestra canción,
esa que siempre llevamos dentro,
te susurrare al oído una dulce melodía
de amor libre, un poema de risas y alegría.

Vamos mi amor dejemos que este mundo,
siga su vorágine dando vueltas sin sentido,
elevemos nuestro amor por los cielos
y volemos rumbo a esa tierra perdida
atravesemos el mar de china
masa allá de donde nace el sol...

 

“El Fantasma de Isadora" (La Llegada)

La Llegada


Ángel de luz, divina y hermosa,
tu mayor virtud es no tener misericordia
tu piel blanca, como la nieve de invierno,
fría tu alma a todo sentimiento.
Ojos azules profundos como el mar
oscuro tu corazón, no sabe amar...

Lúgubre era la noche, cuando asomaba en la ventana
la fría madrugada,
la luna sollozaba ebria de tristeza,
Sobre un rancio escritorio, de codiciada madera
meditaba cautivado, "il Sommo Poeta"
a ratos agotado inclinaba la cabeza,
y en un parpadear, de profundo soñar,
advertí su presencia al borde de la tronera...

Fue en otro tiempo, muy claro no lo recuerdo
feroz noche de invierno, el hielo devoraba los huesos,
su corona espectral cubría mi evocación,
firme en el taburete evito caer al suelo.
Ilusionado el corazón ansiaba la mañana,
somnolienta la razón, admitía la presencia
del espectro de Isadora.

Fresco aun centelleaba, su recuerdo en mi memoria,
traicionado en mi lenguaje, rece una plegaria,
Isadora, tú que fuiste la mas radiante,
criatura encantadora, la virgen de los querubines
la sin par, la más amada, hoy sin nombre
te presentas ante mí, algo menos que un mortal...


El ánima doblegaba el tronco de un abeto,
crujían las ramas bajo los cielos,
desesperadas las hojas, se aferraban a un futuro incierto.
Canguelo que palpita incontenible, en la oscura habitación,
serena avanzaba, la bella Isadora, su fantasma, su sombra,
diluida su mirada, se perdía en el pasado.

¿A qué debo tu visita? Pregunte en un vahido.
He venido a tú llamado, de las líneas del poeta,
que declamas en silencio, se desprendió mi presencia,
agónico sufrir, inútiles lamentos, de las puertas
de su infierno, he llegado hasta ti...

"Dulce dama de la noche, os pido mil disculpas,
es tan grande mi congoja,
que traducen en agria pena, mis palabras.
Amarga se vuelve la lectura, del sacrílego poema,
las palabras declamadas de este oscuro corazón,
se han vuelto la oración, que ha invocado tu presencia,
de la entretelas de mi sin razón".

En un estado de afasia, inquieta palpitaba mi alma,
mis ojos en vano trataban de escudriñar sus pesares.
Estaba en su presencia, donde pocos han podido estar.
Ante todos mis temores, ante mis más profundos deseos,
ella Isadora, repetición murmurante, como un inocuo
creyente, ella Isadora, la que es vida, la que es muerte.

 


“El Fantasma de Isadora” (El Pacto)

El Pacto


Dando coraje a mi carácter, con la razón perturbada,
de súbito en pie estaba, decidido a enfrentar su figura espectral,
camine con decisión, mis ojos se perdían en una profunda oscuridad,
que envolvía la habitación, estaba aquí, estaba allá,
su sombra cubría cada rincón de mi lar, en cada movimiento
desprendía de su aura, destellos de antracita ardiente,
por un instante toque su toga con mi dedos,
sentí el ardor del fuego en mis manos y el frio hielo de sus dedos...

Ya en paz conmigo mismo, doy tregua a mi pavor,
le ofrezco tomar asiento a un costado de la chimenea,
se desliza sutilmente, por el borde del despacho,
con majestuosa finura y delicada feminidad,
ajusto su figura en una antigua mecedora, frente al ventanal.
Con la estola de fuerte seda, que ceñía a su cuello,
con un aire de princesa, de diosa irreal; Estola de fuerte seda
instrumento de ejecución que volvió lo fugaz en eterno,
el sueño  efímero de vivir, en la realidad suprema de morir...

Inclinado ante ella, olvido mi pesar, mi consecuente tristeza
se vuelve un insensato deseo, de seguir sus pasos,
más allá de esta noche, abandonar la tangible frivolidad,
que me da la luz del día, por vivir en la abundancia
que da la otra vida, vagabundo en las tinieblas,
caballero en la oscuridad, más puro en mi esencia,
solo espectro y nada mas...

Me sorprendo en mi pedido, un deseo natural,
resecado en lo vivido, es hora de aceptar
que este mundo me es prohibido;
Es bueno precisar que nunca hubo buen tiempo,
nunca pude disfrutar, la trivial compañía
de mis semejantes,  aunque no soy nada especial,
solo Isadora fue digna de admirar,
cuando en el templo de minerva,
sus restos fueron a dejar.
El mundo la olvido, mas yo nunca deje de rememorar
su presencia, su estampa de Diosa terrenal,
con cinceles de acero y plata, se tallaron en mí su sonrisa,
su ojos de azul profundo, sus manos delgadas, su pálida mirada...


Mas ella ahí sentada, me miraba fijamente, inmóvil,
como esfinge de porcelana,
De pronto aquieto mis tribulaciones, con una escueta sonrisa,
y retumbaron en mi testera sus melodiosas palabras:
"Ya otros antes me han amado, prometido mil acciones,
más al despuntar la aurora, solo he sido un recuerdo
y nada más"...

Sus palabras desafiaron todo mi sentir, insultado en mi amar,
respondí sin vacilar:
"Puedes dudar de mis palabras, la lengua nunca es sabia,
para expresar tanto sufrir, puedes dudar de mis acciones,
la carne con los años suele ser débil.
Mas nunca dudes de mi corazón, si llegase a ser traidor
del amor que profeso, que me pudra en la miseria,
de nunca poder olvidar, si mezquinamente ignoro
todo lo que siento por vos, que el demonio de la locura
me arrastre a una vil muerte y aun bajo suelo,
me atormente tu recuerdo, si soy indigno de tus ojos,
que sea indigno del amor, por toda la eternidad..."


Mi acompañante nocturna, alzo su fantasmal figura,
su mirada me invitaba, sus manos me guiaban
de súbito movimiento alzo mi cuerpo en los aires,
sometido a su deseo, yo levitaba en los cielos,
de corazón cobarde como soy, ahí al borde de la cornisa,
quede sujeto a sus más oscuros deseo.
Curiosa su mirada auscultaba, mis sentimientos,
superados los miedos, la cobardía se vuelve valor,
cuando se enfrenta con determinación el deseo y la pasión.

Otro impetuoso movimiento me hundía entre sus sombras,
sus brazos, sus manos, toda su piel era como seda,
la noche no era impenetrable, el cielo se volvía
de fantasiosos colores, el tiempo se detenía,
la vida no tenía valor, espiraban los recuerdos,
todo era presente Isadora:
la agraciada, la traviesa, la nefasta, lúgubre Isadora.

 

“El Fantasma de Isadora” (La Partida)



La partida



Sosegado el frenesí de estar junto a su cuerpo, extraviado en su mirada,
su figura tomaba forma, ardía el corazón, ardía el alma.
Yacíamos sobre cojines y bruñida alfombra,
descifrábamos los misterios, del amor y de los miedos,
mis manos de vil mortal, acariciaban su cuerpo,
su roja cabellera sobre mi pecho,
atesorado ese momento lo guardo bajo un fanal.

Respirar carece de sentido, el aire es un bien innecesario,
la justa fortuna ha dado un vuelco a mi vida,
el infierno de mi cuarto, se ha vuelto su santuario.
Ha muerto el miserable, execrado por Cupido,
afortunado he nacido, sus manos sobre mi piel,
han obrado este milagro.
"ya no hay nada que temer, ni al recuerdo inquisidor,
ni lo que tiene que venir, he llegado a tu lado,
 a brindar por el pasado,
bebe de mis labios, el sabor de las tinieblas,
soy tu cáliz, soy tu vida, solo yo y nadie más."



Cumplida profecía, que has hecho de mi andar,
angelical tu figura, Mefistófeles tu creador,
no me dejes aquí en penuria,
en esta playa desolada, que sea vuelto mi transitar.
Quedare aquí en penumbras, en este lúgubre existir
¿Algún día podre hallar la pócima para este mal?
Bajo una luna renegada, lloro triste en soledad.

Se corre el visillo de la vida, ya no hay pecado que esconder,
ebrio de desdicha, sin Dios en que creer,
clamo desde mi perturbada conciencia, que alivies mi pesar,
no me quites mis miedos, si en tus senos no he de estar.
Isadora, tú que fuiste la mas radiante,
criatura encantadora, la virgen de los querubines
la sin par, la más amada, hoy has venido ante mi
y te alejas sin razón, ya no quiero proseguir la agonía de vivir...


Las estrellas se opacan, en la luz de la mañana,
es la hora que vuelvas a tu universo inmaterial,
la hermandad de la serpiente, la condena cumplirá.
Te vas indigna amante, con tu estela de falsedad,
que no quede en mi memoria una breve señal,
de que un una noche de frio invierno,
llegaste a mi portal, vuelve pronto a tu calvario,
de mi no temas daño, quedo aquí en soledad.
Con un beso sellamos tan sufrida despedida,
mientras Isadora de mi se aleja, sin decir nada más.

Me sorprende la mañana, agónico, sudoroso, ebrio de dolor,
sobre la chimenea, que lentamente se mitiga,
su retrato me observaba, silenciosa invulnerable,
impenetrable su mirada descifraba mi sufrir.
Para mí solo era un oleo de temor,
un demonio en acuarela, que toma vida en mi delirio.
La luz de un farol trasnochado, baña su retrato,
en las horas postreras, de esta madrugada invernal,
frío viento polar,
cruel amigo te has vuelto, tu tétrico chiflar,
repite sin cejar.
¡Isadora  ya sea ido, otra noche volverá!